El sistema de frenado de tu vehículo es esencial para la seguridad del conductor y el resto de las personas que circulen por las vías públicas. La eficacia de este sistema tiene una gran importancia el líquido de freno empleado.
La función del líquido de freno
Es un fluido compuesto por derivados del poliglicol (un líquido de silicona y aceites minerales, cuya función principal es permitir que la fuerza que se ejerza desde el pedal del freno sea transmitida hacia los cilindros del sistema hidráulico, de este modo se realiza una pisada del pedal de forma efectiva.
El líquido de freno debe mantenerse en buen estado y para eso hay que cambiarlo periódicamente y una de las principales características que se le deben revisar es el punto de ebullición. Cuanto más calor se genera y más alta es la temperatura alcanzada por el líquido de frenos, con más facilidad podrá alcanzar la ebullición y provocar la aparición de burbujas que disminuyen la efectividad de la frenada.
Otro factor que puede afectar este fluido, es que reaccionan químicamente al agua, con lo que se ven afectados con la humedad del ambiente. Por eso se recomienda cambiarlos cada dos años o cada 60.000 Kilómetros dependiendo de su estado.
Siempre se debe usar el líquido de frenos acorde a cada vehículo, esto siguiendo las recomendaciones del fabricante. Usar un líquido de frenos equivocado, caducado o sucio puede provocar graves daños en el sistema. En tal caso, se recomienda extraerlo todo, limpiar el sistema y volverlo a rellenar del líquido de frenos correcto.